Desmontando a Mariano Cuadrado y a la infame «memoria histórica» (I/II)

Mariano Cuadrado Fuentes fue incorporado en 2016 por iniciativa de la Sociedad Caminera del Real de Manzanares de Torrelodones (Madrid) al «martirologio» de la «memoria histórica» –eufemismo mediante el que se impone a los españoles una visión ideológica, sectaria, sesgada y mayoritariamente falsa de nuestra reciente historia–, constituyendo su caso uno más entre muchos de la desmemoria que en realidad pretende e impulsa dicha ley, bien que en el caso de Cuadrado especialmente penoso por la manipulación que se hizo de sus descendientes vivos, dejando en evidencia hasta dónde son capaces de llegar los que han hecho de dicha «memoria histórica» herramienta político-ideológica sectaria, fuente de injusticia y, por ello, semilla de potenciales enfrentamientos.

Partiendo de la investigación que hemos realizado sobre la vida de Mariano Cuadrado, en este primer artículo desmontaremos la aureola «martirial» erigida sobre él; en el segundo pondremos en evidencia a los que hacen de la infame «memoria histórica» herramienta de manipulación de la verdad.

Si buscan en internet hallarán múltiples referencias sobre Mariano Cuadrado –lean por favor algunas–, todas laudatorias siempre con el mismo sesgo porque en realidad proceden de un único y mismo origen: la Sociedad Caminera del Real de Manzanares.

En Torrelodones, su Ayuntamiento, en 2016, además de un homenaje por todo lo alto, dio su nombre a una plazoleta en la que consta la siguiente inscripción redactada, al parecer, por dicha sociedad: «Maestro y Alcalde de Torrelodones. Socialista, católico y republicano. Fusilado en Madrid el 15 de Septiembre de 1939, dejando mujer y ocho hijos. Su dignidad, honestidad y defensa de la legalidad representan un ejemplo de vida para su familia y amigos, sus vecinos y los más de 5.000 refugiados acogidos en Torrelodones durante la Guerra Civil. Para todo el pueblo de Torrelodones una herencia de la que nos sentimos orgullosos».

Ahora les rogamos que antes de seguir lean los Apuntes Biográficos sobre Cuadrado que hemos elaborado.

Si han consultado algunas de las referencias en internet y leído nuestros apuntes, les ofrecemos a continuación en este primer artículo nuestras conclusiones sobre quién fue realmente el protagonista de esta historia (Aquí segundo artículo).

Mariano Cuadrado: lo que fue y no fue.-

Socialista.-

Lo fue desde muy joven, como el mismo confiesa –en contra de lo que afirma hoy oficialmente el PSOE no se afilió de la mano de su fundador porque ya había fallecido hacía tiempo, sino en 1933–, pero lo fue, como los datos que el mismo aporta y su vida constata, de ese socialismo marxista, revolucionario y bolchevique que encarnaron, sucesivamente, Pablo Iglesias Posse, y Largo Caballero e Indalecio Prieto –para lo cual eliminaron al socialismo democrático, socialdemócrata y parlamentario de Enrique Vera, primero, y de Julián Besteiro, después–, deriva ideológica que llevó al PSOE a protagonizar los cruentos estallidos revolucionarios de la Semana Trágica de 1909, de Marzo de 1917, del pronunciamiento militar de Jaca de 1931, de Octubre de 1934 y de la guerra civil; esta última buscada con ahínco por sus dirigentes y afiliados, según consta por sus propias declaraciones públicas, creyendo que la ganarían y que tras ella implantarían su tan ansiada dictadura del proletariado, que era su objetivo también declarado. 

Republicano.-

Lo fue, pero republicano frentepopulistas y revolucionario, que era la idea que de la República tenía el PSOE –junto con separatistas catalanes, vascos y otros radicales de izquierdas–, para los cuales todos los demás, incluso si se declaraban republicanos, no lo eran. Prueba de ello fue la represión contra el Partido Republicano Independiente, de «derechas», –¿es que sus partidarios no eran republicanos?–, muy consolidado en Torrelodones, a cuyos dirigentes se detuvo y encarceló –siendo varios de ellos asesinados, falleciendo otros en la cárcel–, por el solo hecho de no ser afectos a la única «república» que contemplaban Cuadrado y los suyos, es decir, a la frentepopulista.

 Anti-católico.-

La iglesia de Torrelodones convertida en garaje

Lo fue por radicalmente laicista, al igual que el PSOE. Junto a varias diatribas manifiestamente anticlericales escritas por Cuadrado que se conservan, uno de sus primeros actos nada más hacerse con la alcaldía fue sustraer el cementerio a la parroquia, cerrar la escuela de ideario católico del pueblo precisamente por ello y, nada más estallar la guerra, la incautación del edificio en construcción de las Escuelas de los Cruzados de la Enseñanza también sólo por su ideario católico; así mismo, entre los detenidos figuró el cura-párroco ¿qué delito había cometido? sin que Cuadrado lo impidiera, el cual, además, moriría en prisión. Además, sabiendo que alardear de anti-catolicismo le daría crédito como frentepopulista, no dudó en esgrimir tales actos en su defensa cuando fue sometido a juicio en 1937 por sus propios correligionarios que le habían acusado, precisamente, de desafecto.

 Golpista municipal.-

Realmente Cuadrado no fue alcalde, porque su acceso a tal cargo no emanó de unas elecciones locales. Cuadrado fue un antidemocrático usurpador de la alcaldía y golpista municipal. Lo que Cuadrado y sus correligionarios frentepopulistas protagonizaron el 16 de Marzo de 1936 fue un «golpe municipal» expulsando al consistorio de entonces, mayoritario del Partido Republicano Independiente y emanado de las elecciones locales de 1933, mediante una manifiesta actuación ilegal en complicidad con el nuevo Gobernador Civil frentepopulista.

Y esto no sólo lo avala la forma en cómo procedieron y que consta en el libro de actas del Ayuntamiento, sino aún más contundentemente el propio Cuadrado cuando alegó, contra su cese en Septiembre de 1937, que tal hecho constituía «abuso de poder» por parte del Gobernador Civil, el cual incurría en manifiesta ilegalidad de acuerdo a las leyes vigentes, que eran las mismas en vigor en Marzo de 1936, lo que Cuadrado conocía perfectamente entonces, por lo que su actuación por la que se hizo con la alcaldía estuvo además agravada por la premeditación y la alevosía, ya que él no era ignorante de las leyes en vigor.

Peor aún, porque cuando Cuadrado y los suyos dan su golpe en Marzo de 1936 ni siquiera había estallado la guerra, por lo que la legalidad republicana que vulneraban estaba intacta.

El caso de Cuadrado es, por lo demás, prueba paradigmática de la forma manifiestamente ilegal e ilegítima de cómo el Frente Popular se hizo mediante «golpes municipales» con buena parte de las alcaldías de toda España tras acceder al poder en Febrero de 1936, pues el mismo proceder de Torrelodones se repitió en innumerables pueblos.

 No defendió la legalidad republicana.-

Su forma de proceder fue siempre manifiestamente antidemocrática, ilegal e ilegítima. Accedió a la alcaldía en Febrero de 1936 vulnerando directa, alevosa y premeditadamente la legalidad republicana, por lo que desde ese instante, incluso lo bueno que pudo hacer, fue ilegal e ilegítimo; el fin no justifica los medios. Así mismo, el hecho de que, como veremos a continuación, amparó la represión y los desmanes frentepopulistas en el pueblo tras el estallido de la guerra, manifiestamente ilegales e ilegítimos, avala aún más los dicho.

 Responsable de los desmanes frentepopulistas.-

Torrelodones: Fuente del Caño, en la época

Desde su puesto de máxima autoridad civil del pueblo amparó –y protagonizó en muchos casos– las múltiples «incautaciones» de propiedades privadas, registros y requisas de todo tipo de bienes, en comandita con el Comité del Frente Popular, las «organizaciones obreras» (¿?) y las milicias frentepopulistas, pretendiendo una apariencia legal a lo que fue en realidad un criminal expolio –¿qué legalidad republicana amparaba a dicho Comité, a esas «organizaciones obreras» y milicias frentepopulistas para actuar como actuaron?–; incluso el mismo Cuadrado reconoce su ilegalidad explícitamente al afirmar, tras la incautación de la finca Las Marías, que la guardería funcionaría en ella «hasta que se dé forma legal» al hecho de la incautación; por extensión la misma falta de legalidad poseían todas las demás incautaciones.

 Responsable de la represión frentepopulista.-

Como  máxima autoridad civil del pueblo fue responsable, por acción y/o inhibición, de la detención ilegal e ilegítima de todos los desafectos al Frente Popular, varios de los cuales acabaron siendo asesinados o fallecieron en la cárcel, mientras que otros fueron privados de su libertad durante toda la guerra.

De acuerdo a la legislación republicana, y como es  natural, sólo la fuerza pública, o sea la Guardia Civil, podía detener, lo que no se realizó en ningún caso, pues de eso se encargaron siempre las milicias frentepopulistas y «organizaciones obreras» del pueblo ilegales e ilegítimas.

La pretensión de Cuadrado de que se limitaba a enviarlos a la Dirección General de Seguridad, no puede ocultar que sabía, primero, que ni había motivos para su detención ni él podía ordenarla ni consentirla –lo que hizo–, y, segundo, el fin que les esperaba en tal organismo, si es que llegaban a él, claro, como sucedió en varios casos. El hecho de que en la zona frentepopulista no se hubiera declarado el «estado de guerra» incide aún más en que tales detenciones fueron siempre ilegales.

Requisó las armas existentes en el pueblo con la excusa de evitar presuntos «complot contra la República», bien que como se ve en los Apuntes Biográficos el único caso que se calificó así por Cuadrado no lo fue en absoluto; las armas estaban en el pozo donde las había arrojado la asustada mujer del sargento de la Guardia Civil. En realidad, lo que Cuadrado hizo fue desarmar a los desafectos al Frente Popular, dejándolos indefensos ante los afectos, a muchos de los cuales, además, dotó de armas, vulnerando de nuevo la legislación republicana pues la competencia para expedir dichas licencias era exclusiva del Ministerio de la Gobernación (Interior), no de los ayuntamientos.

Su participación en la huida del obispo Eijo fue pasiva, o al menos idéntica a la del juez, y en ningún caso especial, sin particular mérito de su parte, toda vez que él mismo pensaba que todo terminaría en unos días y nadie pujaba por detener al obispo.

No hemos encontrado prueba alguna de que, como se ha afirmado, salvara la vida del único hijo del Conde de las Almenas –no la del propio conde, como se ha divulgado, que estaba en el Reino Unido cuando estalló el Alzamiento–, porque aquél fue detenido y asesinado en Madrid.

Capilla del Carmen, también profanada

Es importante el pasaje que consta en acta de pleno municipal en el que cuando pregunta del 1er Teniente de Alcalde «si habían sido detenidos todos los que figuraban en la lista del Partido Republicano Independiente», Cuadrado contesta que «no depende de él, pues él se ha limitado a entregar la lista a la Brigada de Investigación (organismo frentepopulista que amparaba el funcionamiento de las checas) con lo cual queda terminada su misión y que lo que procede es recurrir al Frente Popular para tomar un acuerdo fulminante y así se acuerda». Y es importante porque lo dicho se produce el 15-10-1936, es decir, dos semanas antes de que sean asesinados los primeros de los detenidos, de forma que es Cuadrado quien propone algo tan significativo como «recurrir al Frente Popular para tomar un acuerdo fulminante» y así se acuerda y debió hacerse.

Por la gravedad de los hechos –detenciones ilegales con resultado de asesinatos, fallecimientos en prisión y largas privaciones de libertad–, en lo referente a la represión, como a los desmanes, no se puede admitir, como pretendió Cuadrado, que en todo ello no tuviera ninguna responsabilidad alegando que sus correligionarios «no le obedecían». En tal caso, si no hubiera estado realmente de acuerdo con lo que hacían, dada la gravedad de los hechos, Cuadrado debió dimitir ipso facto a la primera, marchándose a su casa, único proceder que le hubiera eximido de toda responsabilidad. Al no hacerlo la asumió plenamente. Claro que si lo hubiera hecho muy posiblemente hubiera acabado igual que los detenidos por desafectos.

 No fue el «Ángel de la Sierra de Madrid».-

La labor de acogida a los desplazados no fue ni única ni voluntaria ni especial por parte de Cuadrado; fue sólo su obligación, así como la de toda la «comisión gestora» ante la llegada al pueblo de dichas personas; posible, gracias a que había numerosas villas vacías; se hizo en todos los pueblos del área y del resto de la zona frentepopulista; lo contrario hubiera sido un crimen más; Cuadrado no se distinguió más que otros alcaldes, y, por contra, procuró el traslado de los desplazados a Majadahonda o su evacuación a Valencia. Así pues, no realizó nada especial, ni distinto de los demás, ni heroico, por lo que el apelativo de «Ángel de la Sierra de Madrid» es exagerado y absurdo. Además, la cifra de «más de 5.000» acogidos está sobredimensionada.

 Profesionalidad.-

Sin duda fue buen maestro –así lo constató el inspector de enseñanza que llevó a cabo la instrucción de su sanción en Villarejo–, e incluso mejor que muchos; qué pena que no se limitara sólo a tan importante función durante toda su vida.

Pero también fue de los maestros partidarios de que «la letra con sangre entra», pues quedó constatado que se excedía en los castigos físicos a sus alumnos, lo que contradice el pretendido «progresismo» en materia de enseñanza que se le adjudica según el sentido que hoy se quiere otorgar a dicha expresión.

También queda claro que desde el momento en que se hizo con la jefatura de la «comisión gestora» del Ayuntamiento, y más todavía durante la guerra, su labor docente se resintió gravemente quedando en un muy segundo plano, dando preferencia a sus actuaciones políticas. En realidad, su vida hace pensar que su verdadera vocación era ésta, en vez de aquella.

 Honestidad.-

No fue el peor, pero tampoco fue un ejemplo. Intentó perseguir la corrupción que anidó de inmediato entre sus correligionarios de la «comisión gestora», motivo real del enfrentamiento con ellos, de su encarcelamiento y juicio de Mayo de 1937 –lo de su pretendida desafección fue sólo mera coartada de sus enemigos para dotar de alguna credibilidad a dicha denuncia–, así como de su definitivo cese en Septiembre de tal año.

Por contra, Cuadrado no tuvo escrúpulo alguno en amparar las incautaciones de propiedades privadas, los registros, las requisas de todo tipo de bienes –incluso el piano de la iglesia acabó en su casa–, ni tampoco en proponer tasar los objetos de oro y plata obtenidos por procedimientos tan abyectos como eran los ilegales registros, en vez de inventariarlos y custodiarlos hasta poder devolverlos a sus legítimos propietarios; que quisiera depositar su valor monetario en la cuenta del Ayuntamiento no desvirtúa lo dicho.

 Proceso, condena y ejecución.-

Hoy se olvida y/u oculta sistemáticamente que el Alzamiento Nacional se llevó a cabo al amparo de la legislación republicana vigente el 18 de Julio, cumpliendo con la obligada declaración pública del «estado de guerra» mediante bandos por parte de la autoridad militar, por lo que a partir de ese instante en la zona nacional, primero, y por extensión en la frentepopulista según se fue liberando, la legalidad republicana la ostentaban las autoridades militares emanada del «estado de guerra» vigente y ejercida mediante el código de justicia militar también republicano; no así en la zona frentepopulista donde al no declararse tal «estado» hasta Febrero de 1939 –para evitar que el poder recayera en los militares–, todo lo que se hizo en materia de represión fue ilegal e ilegítimo.

Estación de Torrelodones

De ahí la legalidad de los consejos de guerra llevados a cabo por las autoridades militares nacionales, y la ilegalidad de los procesos judiciales de la zona frentepopulista, máxime cuando estos lo fueron por «tribunales populares», comités de milicias, bandas de milicianos y checas.

De ahí también la acusación sistemática de «rebelión» o «auxilio a la rebelión» en los consejos de guerra, porque aunque parezca un contrasentido, los rebeldes a la legalidad no fueron los alzados, a los que amparaba la legislación republicana relativa al «estado de guerra» en vigor, sino los que se les opusieron.

De ahí también que el consejo de guerra de Cuadrado fuera legal y legítimo, contando con todas las garantías jurídicas exigibles para tal procedimiento, incluidos defensor, testigos de cargo y de descargo; por desgracia para Cuadrado no se presentó ninguno de esta última clase, lo que resulta muy significativo, no pudiéndose achacar a un pretendido miedo hacia las nuevas autoridades, ya que en multitud de otros procesos idénticos los hubo, como así consta.

Lo que llevó a Cuadrado a la muerte fueron, sobre todo, los cinco asesinados tras ser detenidos en Torrelodones, cuyos familiares coincidieron en señalarle directamente como responsable de sus detenciones; también los desmanes.

La equidad del proceso lo demuestra el hecho de que en él ni se mencionan los casos de represión con resultado de muerte que hemos expuesto como «particulares» o «especiales», ni los cinco fallecidos en prisión, ni el asesinato del hijo del Conde de las Almenas, cuyo padre ni siquiera se personó en el consejo de guerra.

Por todo ello, la sentencia de muerte, dada la legislación en vigor, los hechos, las pruebas y demás circunstancias, aunque parezca duro, difícilmente podía haber sido otra; para juzgar hechos históricos, máxime de este tipo, hay que ponerse en aquellos momentos, y no hacerlo con los condicionantes actuales.

Avala también lo anterior el hecho de que Rafael Martínez López, miembro del Comité del Frente Popular y muy activo a la hora de impulsar la represión, no fue condenado a muerte, sino a 30 años de cárcel –en la que murió al poco no por malos tratos, hambre y frío como se asegura sin prueba alguna, sino porque enfermó–, y ello porque para la legislación militar de guerra en vigor a la máxima autoridad le era inherente toda la responsabilidad en exclusiva y por ello la mayor pena, que fue el caso de Cuadrado al haber ejercido como «alcalde»; Rafael Martínez no lo fue nunca.

Fueron 19 los alcaldes de la sierra de Madrid que sufrieron la misma pena que Cuadrado conforme a los mismos parámetros que él; no fue, pues, el suyo, caso ni especial ni distinto, sino todo lo contrario, es decir, prueba de la igualdad con que se llevaron a  cabo los diversos consejos de guerra porque en todos estos pueblos se cometieron las mismas tropelías que en Torrelodones; se contabilizan entre todos ellos no menos de 300 asesinatos, algunos especialmente crueles.

 Su carácter.-

El testimonio del inspector que llevó a cabo la investigación por malos tratos a sus alumnos en Villarejo de Salvanés dejó constancia del carácter de Cuadrado, lo que su trayectoria vital también avala. Poseía un «fuerte carácter» en el que junto a virtudes como gran seguridad en sí mismo, firmeza y decisión, se traslucen defectos como soberbia, terquedad, inflexibilidad, prepotencia y desmedido afán de protagonismo, las cuales oscurecieron no pocas veces a las virtudes citadas, convirtiendo a Cuadrado, como ocurre con personas de su misma forma de ser, en conflictivas por intolerantes y dominantes, acabando por ser rehuidas por casi todos, por lo que siendo por lo general muy útiles personas, suelen terminar creando rechazo entre propios y extraños.

Por donde pasó, Cuadrado dejó un rastro de conflictos, problemas y enfrentamientos con todos, con razón o sin ella, pero que no pueden achacarse sólo a los demás, ni tampoco únicamente a discrepancias profesionales, políticas o religiosas, porque pudieron serlo en algunos casos, pero no siempre, lo que le deja en evidencia.

Su evidente desmedido afán de protagonismo y deseo de mando, le llevó a hacerse con el poder municipal en cuanto vio la ocasión aunque fuera de manera manifiestamente ilegal e ilegítima –él sabía perfectamente que daba un «golpe municipal»–, así como, peor aún, a mantenerse al frente del Ayuntamiento a pesar de lo que ocurría a su alrededor; es decir, la represión y los desmanes. Pudo haber dimitido y con ello haberse exculpado, pero no lo hizo por su carácter, lo que debido a las circunstancias terminó por conducir a la muerte.

Cerramos este primero de los dos artículos de que consta este trabajo, expresando sinceramente nuestro pesar para sus descendientes vivos, víctimas de un cruel engaño, a los cuales se mintió y manipuló de forma repugnante. En nuestro segundo artículo (AQUÍ) sobre el caso analizamos quiénes fueron, cómo lo hicieron y por qué.

Parte II/II AQUÍ


Deja una respuesta

Su dirección de correo nunca será publicada. Si la indica, podremos contestarle en privado en caso de considerarlo oportuno.*